Cada
etnia, cada grupo social, necesita a sus héroes, personas que se
forjan en la lucha que les opone a otros pueblos, a otras clases, a
otros tiempos. En
los orígenes el Hombre en general no distinguía entre espíritus
malos y buenos, pues el paso de uno a otro era fácil si no se
realizaban los ritos adecuados. Había dos clases: Los espíritus del
Cielo y la Tierra (神Shen
y祇Qi)
que son dioses protectores y poderosos, espíritus benéficos que a
veces, eran hombres que se habían trasladado donde habitan los
dioses. Y por último los Demonios (鬼Gui)
que son seres con historias muy precisas de sufrimiento y que vuelven
a nuestro mundo con sed de venganza. Ellos en principio no son
visibles pero pueden aparecer en los sueños o en ciertos períodos
excepcionales, también pueden manifestarse por gritos y lágrimas,
en la propia naturaleza, o en forma de preciosas mujeres.
El
Héroe es un hombre de acción
no de reflexión. Es un personaje central que toma a su cargo los
dolores del pueblo. Se dedica a poner el mundo
en orden, sacrificando su persona y los
suyos. El tono no de sus hazañas no es lírico sino épico.
El primer héroe universal a toda China es Yu el Grande
大禹 y fue
el sucesor de Huang Di y el fundador de la Dinastía mítica Xia.
Accedió al trono en el 2207. Es además el protagonista del mito del
diluvio universal en China, en la que sin embargo, sufre una ligera
variación, el centro de atención no son las torrenciales lluvias
sino el desbordamiento de los ríos, un fenómeno familiar a la
geografía china. Según una la leyenda registrada en el Shujing o
Libro de la Historia1:
“Hubo un tiempo,
en el que las vastas aguas llegaron hasta el cielo, depasaron las
colinas, abrazaron las montañas. Entonces Gun 鲧(cuyo
nombre significa gran pez) fue el encargado de poner orden sobre la
tierra, un gavilán y una tortuga le enseñaron a hacer diques, pero
el agua seguía subiendo hasta que alcanzó las tierras vivientes del
Señor de lo Alto. Este, lleno de cólera, ordenó a Zhuyong,
ministro de justicia, matar a Gun. Le dió muerte en el monte Yu. El
cadáver fue expuesto tres años sin corromperse. Pero le abrieron de
un golpe de sable y Yu salió. Gun se transformó en un pez (o en un
dragón según otra versión) y se arrojó al Río Amarillo
(Huanghe).” También se habla de cómo su madre ingirió una perla
divina y concibió a Yu.
“Yu, fue sucesor
de Gun, encargado de ordenar la tierra, controlar las aguas y de
establecer las nueve provincias chinas, venció a las nubes y a la
lluvia en el Monte de Nubes y de Lluvia. No intentó poner diques
sino encauzar las aguas [...] Yu llegó a hacer una brecha en las
montañas de Longmen y abrir el desfiladero de Mengmen, por donde las
aguas se canalizaron”.
En otra versión,
compuesta y arreglada por Rémi Mathieu utilizando todos los
diferentes textos antiguos, encontramos una leyenda un poco más
coherente:
“Yu era alguien
perspicaz, servidor, capaz y laborioso. Ordenó a todos los señores
y a muchísimas familias a proceder a la división de las tierras
(las nueve provincias mencionadas anteriormente). Recorrió todas las
montañas, hizo incisiones en los árboles, determinó los montes
venerables y los ríos nobles (parece además que fue el que midió
la tierra). Como estaba sumamente afectado por el fracaso de su
difunto padre Gun, que había recibido un castigo, se dedicó durante
más de treinta años a intentar reparar ese error que él no había
cometido. [...] y no volvió a su casa durante todo ese tiempo. Sus
instrumentos principales: en la mano izquierda, un nivel y una cuerda
y en la mano derecha, un compás y una escuadra.
Cuando volvió a
casa, sus dedos habían perdido las uñas, tenía un ataque de
parálisis que le dejó hemipléjico y arrastraba una pierna. Por eso
ejecutaba las danzas chamánicas vestido con una piel de osos que se
llamarían después El Paso de Yu (que será una danza ritual
taoísta). Gobernó después en calma y en paz. “
Es curioso que en
esta leyenda, comparado con todas las leyendas del diluvio, no se
concibe la inundación como un castigo divino, sino que se consideran
fenómenos de una naturaleza salvaje. La labor de Yu el
Grande, fue la de ordenar la Tierra, canalizar las aguas, dividir el
mundo, medir el espacio. Vemos pues, como ya desde los orígenes
prehistóricos, es decir, antes de la Historia, la canalización de
las aguas era un tema primordial. Canalizar las aguas es lo
opuesto o la antítesis de obstaculizarla, de oponer resistencia.
Sin
entrar a considerar la veracidad histórica, lo importante es
reconocer la significación simbólica que expresan en las
tradiciones y en los mitos. El diluvio se distingue, entre otros
cataclismos, por su carácter no definitivo. Es un paso, un “Signo
de la regeneración y germinación” de
la vida humana, que se debe disolver a fin de poder reaparecer. Si
las formas no fuesen reabsorbidas y regeneradas, estas se
desmoronarían, agotarían sus posibilidades creadoras y se
extinguirían definitivamente. Frente a la regresión lenta a formas
subhumanas, el diluvio trae la reabsorción
instantánea en las aguas, donde los
pecados se purifican y nace la nueva humanidad regenerada.
1Ver
Legge, Shujing,
Yiji,
p.77.
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